Al revisar las notas debemos evitar la búsqueda de culpas y culpables. Será mucho más productivo centrarnos en encontrar causas y soluciones. Imaginemos que tu hijx suspende un par de asignaturas por primera vez. Puedes actuar con indiferencia y transmitirle que los estudios no son importantes. También puedes enfadarte y tratar de que mejore movido por el miedo. Otra alternativa es la resignación, equivalente a decirle que ya no confías en él. Incluso puedes sobreprotegerle, asumiendo la organización de sus estudios, haciéndote cargo de sus responsabilidades. O autoengañarte, pensando que ha tenido mala suerte o que el profesor le tiene manía.
Como es evidente, todos los planteamientos anteriores son perjudiciales y potencialmente dañinos. Lo recomendable es buscar un enfoque positivo, un equilibrio entre serenidad y firmeza. Lo fundamental es que tu hijx sepa que confías en él y que entienda que puede contar contigo; pero también debe comprender por qué son importantes los estudios y por qué son su responsabilidad. Una buena gestión de los suspensos puede ser decisiva no sólo para remontar el curso, sino también para asegurar una comunicación fluida y sincera en familia.
Cuando los contratiempos surgen en el segundo trimestre, el margen de actuación es mínimo. Si aparecen en junio, no queda más remedio que trabajar pensando en el próximo septiembre. La ventaja de la primera evaluación es que estamos a tiempo para todo, por eso hay que tener claro cuál es el origen de los problemas. Dos niñxs pueden sacar un 3 en Matemáticas, pero esa misma nota puede esconder una amplísima variedad de dificultades diferentes: atención, comprensión, esfuerzo, motivación… Para planificar lo que queda de curso, tendremos que identificar correctamente obstáculos y conflictos; y no sólo cuando haya suspensos.